El tren Mombasa-Nairobi, la lunatic lane

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Hoy vuelvo a recuperar el espíritu aventurero de los auténticos viajes en tren. Si hace unos días me atreví a cruzar las estepas rusas para conocer la historia del Transiberiano, hoy, la imaginación y mis sueños me llevan hasta otro rincón salvaje del planeta: Kenia. Si hace unos días era a Miguel Strogoff a quien recordaba, hoy mi mente no puede abstraerse de recordar las múltiples aventuras del doctor Quatermain en las minas del rey Salomón. Sí, porque hoy mis ganas de aventuras me llevan a la «Lunatic Lane», la línea Mombasa-Nairobi.

Curioso nombre: Lunatic Lane, pero así es como la conocían ya en el siglo XIX, en plena época del colonialismo inglés. Y no hay que dudar de la veracidad del nombre si pensamos en lo que tuvieron que pasar los obreros para construir esa línea, atravesando parajes que hasta entonces eran propiedad absoluta de la Madre Naturaleza.

Ese nombre estuvo ligado a otros dos: «Tinieblas» y «Fantasma», dos leones que durante un tiempo fueron el terror de quienes trabajaron en la línea. Hasta 140 portadores y obreros cayeron bajo sus fauces antes de ser derribados por John Patterson en diciembre de 1898. Hoy, más de un siglo después, esos dos leones se muestran día tras día en el Field Museum de Chicago.

Como también se conserva en un museo de Nairobi el vagón donde un día entrara otro león para devorar al superintendente Ryall.

Es digno de admirar aquellas ansias de aventuras; el don de ciertos exploradores para hacer de su vida una continúa sucesión de historias inolvidables. Sin esas historias ni esas leyendas, la historia del tren no tendría ese halo de romanticimos que hoy día tiene.

2.500 obreros perdieron la vida durante la construcción de la línea Mombasa-Nairobi, y otros 6.000 resultaron heridos, números trágicos que hoy engrandecen la historia de este tren.

Fue a finales del siglo XIX cuando se planteó la construcción de una línea que uniera Uganda con la costa de Kenia. La habitual flema británica desaparecía cuando de debatir este asunto se trataba. Los conservadores eran sus principales valedores. Un proyecto caro y extremadamente peligroso, pero su construcción supondría conectar lugares mágicos como el lago Victoria o el monte Kilimanjaro. Se tenía que cruzar el desierto del Tarn, donde murieron otra buena cantidad de obreros, enfermos de disentería. Se cruzó también el río Tsavo con un puente cuya construcción se retrasó por la presencia de Tinieblas y fantasma, y durante kilómetros y kilómetros hubieron de enfrentarse a los masai, una fiera raza tribal que incluso años antes había masacrado a toda una expedición inglesa.

En 1901, la línea ya había llegado desde Nairobi hasta el lago Victoria. Por el otro lado, fue en el año 1903 cuando al fin se alcanzó el Océano Índico.

estacion de Mombasa

Finalmente, Kampala, la capital de Uganda, fue conectada en el año 1931. Desgraciadamente, este último tramo no se utiliza actualmente, y solamente se pueden recorrer los 530 kms. que separan a Nairobi de Mombasa.

Los masai, los indígenas que habitaban aquellas tierras, como en tantos otros casos en la Historia, perdieron sus tierras y quedaron relegados a una reserva, y es que hasta las creencias masai vaticinaban la construcción de esta Lunatic Lane:

«Una serpiente de hierro reptará un día por nuestras tierras y acabará con todos»

¿Mitología, leyendas?… la historia se encargó de demostrar su veracidad.

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