Carcasona, Burdeos, La Rochelle. Del Mediterraneo al Atlántico en tren
Dejamos atrás Carcasona, no sin cierta nostalgia. La última visión del Canal du Midi, justo frente a la Gare (la estación central), nos aportó la imagen bucólica de las antiguas ciudades del Languedoc, remansos de viejas historias que se pueden vivir sobre las cubiertas de pequeñas embarcaciones. Allí, frente a la estación, en un pequeño puente, la esclusa se abrió para dejar paso a una pareja, no sé si turistas o gentes del lugar, que a bordo de una pequeña lancha recorrían el cauce cel canal.
Hoy nos dirigimos a la Rochelle, importante puerto comercial de Francia, justo al otro lado del país, a orillas del Atlántico. Dejamos atrás las cálidas aguas mediterraneas que vimos hasta Narbona para adentrarnos en las más salvajes aguas atlánticas. En nuestro camino quedarán importantes ciudades como Toulouse o Burdeos, donde habremos de hacer un trasbordo.
La conexión entre ambas ciudades, Carcassonne y La Rochelle podemos hacerlo de tres modos:
– Bien con escala en Toulouse, tomando primero un Ter y luego el Intercity.
– La elegida por nosotros, con escala en Burdeos, y ambos trayectos en Intercity.
– La tercera opción es menos cómoda pues supone dos trasbordos, y es hacerlo a través de París, para lo que primero habríamos e tomar el Intercity hasta Montpellier y ahí trasbordar al TGV que lleva a París, y desde París marchar a La Rochela en otro intercity.
Por horarios, hay bastantes combinaciones al día por lo que no debe ser problema el encontrar billete. En nuestro caso, para ir con tranquilidad, dedicidmos hacer el viaje a media mañana, tomando la opción del trasbordo en Burdeos, por lo que partimos de Carcassonne a las 11,27 h.
Escogimos la opción de primera clase pues en precio no supone demasiada diferencia con el precio de la clase turista, y al menos nos aseguramos la opción del espacio para cuatro personas que también tiene una mesa central. No son tan cómodos como pueda serlo el AVE o el Talgo, pero lo es lo suficiente como para viajar con tranquilidad.
Estas fueron las diferentes paradas que fuimos haciendo:
- 11,27: Carcassonne
- 12,09: Toulouse – Matabien
- 13,15: Agén
- 13,52: Marmande
- 14,25: Burdeos – St. Jean
- En Burdeos hicimos trasbordo para salir apenas media hora después.
- 14,51: Salida de Burdeos
- 15,42: Jonzac
- 16,15: Saintes
- 16,39: Rochefort
- 17,01: La Rochelle
El trayecto resultó bastante ameno. Extensos campos de girasoles nos iban saludando desde el otro lado de la ventanilla en el primer tramo que nos condujo a Burdeos. Amarillos que parecían aún más dorados por el reflejo del sol y que se tornaban cada vez más frescos a medida que nos acercábamos al mar. Si bien Burdeos está practicamente junto al océano, lo cierto es que no alcanzamos a verlo hasta poco antes de llegar a La Rochelle, dónde apenas media hora antes de llegar comenzamos a ver magníficas playas de arena limpia y las primeras olas llegando a la orilla. La Rochelle nos recibió en un ambiene totalmente distinto al que habíamos dejado en Carcassonne. Una ciudad que indudablemente vive del turismo marítimo, de sus barcos de placer, de sus playas y de su sol.
Al fin estábamos en La Rochelle, una ciudad que nos habíamos marcado como un destino que debíamos visitar desde que un año atrás estuvimos en Angouleme, en esta misma región. Solo nos quedaba acercarnos hasta nuestro hotel, unos apartamentos reservados junto al puerto viejo, para una vez soltadas las maletas, dar ese primer paseo que nos ambientara y aclimatara a la ciudad.

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