Más de 100 años de historia de la Grand Central Station

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Cornelius Vanderbilt tuvo el gran sueño de construir una magnífica estación que centralizara todo el tráfico de su imperio ferroviario. Considerado por muchos como el gran magnate mundial del tren, forjó su compañía a base de mucho tesón, de inteligencia y sobre todo de una visión de futuro propia del gran siglo de los avances y de la revolución industrial.

Fue en el año 1871 cuando se comenzaron a colocar las primeras piedras de la que hoy es la estación de trenes más grande del mundo: la Grand Central Station.

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Gran Estación Central, foto de 1880

Aquella gran estación primera, sin embargo, fue reformada hasta ser prácticamente sustituida en el año 1903. Diez años llevó esta última reforma que la llevó a ser reinaugurada el 2 de febrero del año 1913.

Cien años ya de esta mastodóntica construcción. Una fecha que sin duda ha quedado para siempre en la historia, el corazón y los recuerdos de los neoyorquinos. Sí, porque para ellos es un emblema nacional, un icono de su cultura y su desarrollo en el último siglo. Un reflejo íntimo de la seguridad y la confianza de una nación que se modernizó con cada raíl colocado, con cada paletada de carbón echado a las calderas de sus ferrocarriles. Fue el momento culminante de todo una extensa red ferroviaria que en unas decenas de años, en el siglo XIX, le llevó a establecer una inmensa red ferroviaria que conectó el este con el oeste del país.

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La Gran Estación Central en construcción, años 1903-1913

La Grand Central Station es hoy día no solo una estación de tren, sino también un centro de reunión para todos los neoyorquinos: allí hay decenas de tiendas y hasta un mercado. Es una joya arquitectónica que contrasta con cuanto lo rodea. Una magnífica obra renacentista cuya belleza destaca entre los edificios de la calle 42, entre los inmensos rascacielos de la cercana Quinta Avenida y el propio Edificio Rockefeller.

La entrada a la estación es impactante. No sólo las dimensiones asombran, sino su perfecta armonía, la claridad que le otorgan sus inmensos ventanales superiores y que a veces dibujan una imagen casi misteriosa cuando los rayos de sol entran por ellas reflejándose en la gran sala central. Su techo abovedado deja boquiabierto a cualquiera, con el firmamento pintado en él por Paul Helleu y curiosamente representado al revés como si fuera el mismo Dios, en su perspectiva, quien allí lo hubiera plasmado. O su gran reloj central, modelo icónico de tantas y tantas películas que se han rodado aquí.

A lo largo de estos 100 años de Historia la Grand Central Station ha tenido que luchar en muchas lides, con el avance de los coches primero y los aviones después. Ha tenido que ver como se remodelaban algunas salas e incluso como se vendía el edificio posterior, hoy el MetLife. Hubo de vivir una transformación cuando para hacerlo rentable hubo de cederse parte de sus terrenos para incluir una zona comercial. E incluso tuvo el apoyo de grandes personajes de la sociedad norteamericana, como Jacqueline Kennedy Onassis quien dio todo su apoyo para que el edificio fuera considerado como Monumento Histórico Nacional en el año 1978.

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Casi 250.000 personas usan a diario esta estación de tren y metro. 19 hectáreas de superficie, dos plantas, 47 vías y un tráfico diario de 550 trenes que entran y salen de la estación.

Todo un mundo ferroviario digno de admirarse y protegerse. Todo un año por delante de eventos, exposiciones y mucho que celebrar.

Hoy, del genio de aquel gran magnate de los negocios nos queda este impactante edificio cuya sala principal, el más internacional y conocido de los vestíbulos de estaciones de tren del mundo, lleva su nombre, Sala Vanderbilt, en homenaje a quien más ha dado por el mundo del tren.

 Grand Central Station

La Gran Estación Central, hoy día

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Categorias: Estaciones de tren, Historia del tren



Comentarios (2)

  1. Marcela dice:

    Magnífica estación!,y muy buena publicaci{on,me encanta leerlos!

  2. Javier Gómez dice:

    Muchas gracias, Marcela. Me alegro mucho que te haya gustado.

    Un saludo.